Hace tiempo que me picaba el bichito de las Steelheads, tema pendiente en mi bitácora mosqueril. Sin casi pensarlo y por recomendación de un afamado pescador de la zona, que en la actualidad solo se dedica a permit, decidí armar esta escapada de fin de semana. Es verdad que hace un par de años atrás, había dedicado una tarde de pasada al Río, sin ningún tipo de resultado. Solo volver con la ambición de sacarle un pescado a ese río ingrato.

      El río Santa Cruz que debe medir entre 300 y 500 metros de ancho, que sus aguas son turquesas lechosas provenientes de los grandes glaciares, que no permiten ver un pomo más que su superficie, sus aguas frías, su clima bien austral, sus truchas difíciles, pero difíciles de verdad.

      Y nuevamente me animé, con el único objetivo de conocerlo e intentar comprenderlo, de que alguien lleno de conocimiento me asista, para intentar por lo menos estar a la altura, dejando de lado los resultados del proceso, o sea Steel en mano.  Me comunique con Miguel Ángel Garrido, y combinamos una salida de 3 días de pesca hospedándome en la estancia Doraike, Fishing lodge – hostería campestre.

      Y allá me fui volando a Gallegos de noche, y transitando los 250 kms que separan Piedra Buena de la capital Santa Cruceña. Llegue a la hostería el Sábado cerca de las seis de la mañana y luego de preparar mis cosas espere por Miguel mientras desayunaba, un nutrido desayuna americano intentando de obtener fuerzas para lo que vendría. Miguel fue por mí, y llegamos al embarcadero en la isla Pavón donde nos esperaba su semirrígido que nos transportaría de pool a pool, de sector a sector intentando la pesca de vadeo en los points donde más capturas suelen tener.

      Físicamente a mis ojos todo es igual, no pude distinguir estructuras diferentes como para poder leer semejante río, comparable con nuestro Paraná de las Palmas. El río sufre la influencia de su altura según la cantidad de agua que principalmente vuelca el lago argentino, y a la vez de las mareas que hacen que pueda subir y bajar varios metros en el día, condiciones que lo hacen aún más complejo para saber qué lugares son más productivos a cada momento de la jornada.

     A esto no puede evitar hablar del viento del oeste que a veces sopla y mucho. La pesca en general consiste en utilizar un shooting que varía entre hundimientos 3, 4 y 5 según él, la velocidad que estemos pescando, es un tiro largo a 90º, un par de correcciones, deriva y empezar a estripear muy lentamente cuando la línea está a 45º. Las moscas son streamers, de colores llamativos como el naranja o el violeta, sin olvidar los clásicos gatos negros.

     El primer día por la mañana con mucho viento tuve un pique de una trucha mediana, que al poco tiempo se desprendió de mi anzuelo. Miguel en un par de casts para probar mi caña mientras tomaba un descanso se despachó con una parecida, la cual tenía muchas marcas en su lomo producto de alguna red que quiso capturarla. Dicen los pescadores locales que la pesca disminuyo mucho cuando los controles en la vecina Puerto Santa Cruz quedaron en el olvido, tramayos y barcos pesqueros rastrillan la boca del río intentando de quitarle a este coloso su mayor interés turístico.

     Ojala, algún día se tome real conciencia lo mucho que podría crecer la actividad turística de la región, si se pudiera cuidar a las truchas y mejorar los resultados de los pesqueros visitantes.

     El medio día, llego con un pique tremendo que casi me arranca la caña de la mano, era una buena, muy buena, tomo la mosca en la deriva e intento saltar medio revolcándose sobre la superficie, luego comenzó a correr hacia la orilla, llegando a perder la tensión de la línea pese a mi esfuerzo, creí que nuevamente la había perdido. No fue así, al volver a tener el excedente de línea en mi reel, logre ver que estaba fondeada cerca de la orilla y cabeceaba como una corvina, luego de un salto que la mostró por completa fuera del agua, empezó a zapatear con la cola fuera del agua como queriendo desenredarse del tipet. De repente empezó a correr río abajo debiendo seguirla por la margen del río.  En ese momento empecé a creer que podría sacarla, pero dio media vuelta y enfilo con todas sus fuerzas hacia el medio del río otra vez, pese al reel bien ajustado no pude pararla y el anzuelo se abrió como una alfiler de gancho, dejándome realmente calentito.

      Luego del almuerzo y la siesta volvimos al río, con la intención de revancha.  El viento era tremendo, le pusimos muchas ganas y miles de cast no nos regalaron otro pique ese día. El domingo amaneció mas calmo, a las ocho salimos nuevamente en su búsqueda, el primer lugar donde paramos, y al segundo cast, tengo un pique y luego de una pelea interesante puedo cobrar mi primer Steelhead, una medianita de unos dos o tres kilitos, nos hicieron creer que tendríamos un día productivo.

     Pero el gigante turquesa no pago más en todo el día, navegamos largas distancia e intentamos en varios lugares diferentes, pero sin respuestas. La tarde se puso esplendida, y el silencio en el agua, viendo la fauna de los cerros, y unos atardeceres pintados, alcanzó para compensar los muchos intentos.

      Lunes y ultimo día, el clima abrió una ventana a la calma casi absoluta, seguimos probando distintos sectores, sin muchos resultados, hasta llegar a una corredera, donde vimos una linda lomeando cerca de la orilla, obviamente esa no pudimos pescarla, pero al tercer o cuarto cast a un salto con corredera sobre un bracito que se forma sobre una pequeña isla, pude capturar la mejor de este finde , corrió, salto peleo, pero pude meterla en el agua lenta y vararla en la orilla.  Un par de fotos, y salió como turbina de regreso al agua. Un par de abrazos con el guía y a almorzar.

      La tarde fue la mejor de todas, sin una gota de viento, colores increíbles en el cielo, y una de esas tardes que por más que no se tenga un pique da placer estar vadeando en el agua. Y así se acabó mi finde en el río Santa Cruz, el más grande que he pescado, sintiéndome a la altura de su pesca, de tiros largos en el viento, de muchos tiros sin bajar los brazos, de su inmensidad que nunca dejara de asombrarme, y de la satisfacción de poder haber tocado un par de sus truchas.

     Quiero agradecer, al Miguel Ángel “garrincha” Garrido, por todo lo que me enseñó en estos días que compartimos, por ese conocimiento casi natural.  El negro puede no saber el nombre de las moscas o de las líneas, pero pescando es un verdadero monstruo que da gusto sentarse a observar.  La última tarde y luego de haber insistido bastante trajo su caña, y pescamos juntos. Zapateros los dos, me sentí más digno, jajajaja.

     Súper agradecimiento a la estancia Doraike, un nuevo emprendimiento turístico en la zona, con una belleza y comodidad absoluta. Fue reabierta hace poco tiempo y funciona como hostería de campo y fishing lodge. Me trataron muy bien, y sus platos regionales son de los mejores que he probado en los últimos tiempos. Cuentan en la actualidad con promociones para pescadores muy acomodadas.

     Dejo varias fotos del río y la estancia y espero volver pronto.

 

 

Otras fotos de Miguel Ángel “Garrincha” Garrido: