La traducción literal del nombre de esta mosca es “Gusano Lanoso”, y si en
algo debemos concordar, es que este nombre, recrea claramente su apariencia
estética. Creada a mediados del siglo XVIII en el viejo continente,
representa el inicio del montaje en palmered, que en el vocablo Celta
antiguo, quiere decir oruga. En esta categoría entran todas aquellas moscas
atadas o montadas con hackle envuelto entorno al cuerpo del anzuelo, así que
podemos decir con propiedad que esta mosca es la antecesora de la Woolly
Bugger.
_ |
|
|
|
Su popularidad surge hacia 1930, cuando Donald Martínez comenzó a utilizar
este patrón para la pesca de truchas, en áreas del parte Yellowstone en
Estados Unidos, a la cual llamó “Yellowstone Woolly Worm”. El propio
Martínez recomendaba utilizar esta mosca como un Attractor. Sin embargo, en
algunos libros de montaje editados con posterioridad, la muestran como parte
de la categoría de los Streamers y otras ilustraciones, como parte de la
categoría de las Ninfas. En cualquiera de los casos, esta es una mosca de
presentación sumergida y su popularidad no es casual, ya que es un
patrón extremadamente versátil y de gran productividad en casi todos los
rincones del mundo, efectividad más que probada en nuestros ríos, lagos y
lagunas del sur de Chile y el de Argentina.
Los primeros montadores del sur de Chile, asociaban este montaje a una
pequeña concunilla. Su fácil montaje sumado a su alta productividad la
convirtió en uno de los patrones más populares entre los pescadores, al sur
de la provincia Valdivia.
La gran versatilidad de la Woolly Worm, permite hacer presentaciones
inmejorables de ninfas de damsel, sanguijuelas, scuds, ninfas de stoneflies,
pequeños peces, pancoras, orugas y larvas de cased caddis. Esto pude
parecer algo ilógico; sin embargo, esta cualidad es atribuible a un factor
que experimentadas publicaciones norteamericanas han llamado “triggers”,
término que se traduce como “gatillos”.
Estos triggers o gatillos representan una suma de factores o
características, propias de un montaje, entre los que se cuentan formas,
colores, tamaños y movimientos, que una vez en el agua, hacen que los
peces vean a nuestra imitación como un posible alimento o despierte su
instinto de territorialidad y por ende su agresión hacia la misma. Este
extraño concepto nos permitirá concluir que nuestra Woolly Worm, al igual
que otros exitosos patrones, entre los que se cuentan la Woolly Bugger y
toda la serie de las Wulffs, por mencionar algunos, no se parece a nada de
lo que comen las truchas, pero en su defecto asimila en gran medida a lo
que las truchas ven cuando una presa deriva velozmente por su ventana de
visión o sobre una superficie rizada y con reflejos. Su importancia radica
en “a cuantos de estos posibles alimentos se asemeja”.
Este patrón es fácil de presentar, ya que su forma dotada de fibras de pluma
a lo largo de todo su cuerpo, ayudan a darle gran realismo una vez en el
agua, pudiendo incluso hacerse recogidas muy lentas. Su cola en tonos rojos
es un gran atractor para las truchas, ya que en la naturaleza el significado
universal de este color es el de “sangre o herida”, convirtiendo a este
patrón en una presa más que atractiva para los salmonideos, que están
siempre atentos a tomar una buena presas utilizando el menor desgaste de
energía.
La Woolly Worm me brindó la posibilidad de realizar mi primera captura con
mosca, y con el correr de los años la he probado en una gran variedad de
entornos de la región de Los Lagos y la zona de Aysén, obteniendo siempre
excelentes resultados.
El modelo de mi preferencia es el que muestro a continuación. Esta
mosca de imitadora atracción, es la responsable de que guarde entre mis
recuerdos, días extraordinarios de pesca, cuando nada de lo que indicaba lo
lógico funcionó.
|
__ |
|
|
__ |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
-
5°.
Con
el chenille rojo damos una dos a tres vueltas en torno al cuerpo de
nuestro anzuelo, siempre avanzando hacia el centro de éste, para luego
fijarlo con el hilo de montaje. Dimensionada la cola de nuestra mosca
cortamos los sobrantes del chinille.
|
|
|
|
|
|
-
6°.
Fijamos con nuestro hilo de montaje, en la parte posterior del
anzuelo, por delante del chenille rojo, una hackle color castellano.
Este quedara a la espera de ser utilizado y el cual nos ayudará a dar
forma al cuero de nuestra mosca.
|
|
|
|
|
|
-
7°.
Donde finaliza el chenille rojo, fijamos el cristal chenille de
color oscuro, utilizando para ello el hilo de montaje. Esta parte del
cuerpo puede ser cambiada, utilizando chenille de variados colores,
según la necesidad de nuestros ríos o sólo bajo el criterio estético
del montador
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
-
9°.
Tomamos el hackle color castellano que se encontraba a la espera de
ser utilizado y lo envolvemos en torno de nuestro montaje, con vueltas
parejas y uniformes hasta llegar a la cabeza de nuestro anzuelo, donde
lo fijamos fuertemente con nuestro hilo de montaje.
|
|
|
|
|
|
-
10°.
Finalmente cortamos los sobrantes, terminamos de fijar la cabeza de
nuestra mosca con un fuerte nudo y sellamos este último con dos o
tres gotas de cemento.
Si
haz seguidos estos simples pasos, puedes comenzar a soñar en utilizar
esta efectiva mosca en el río que acostumbras a visitar
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|