Se supone que quienes vivimos en Santiago debemos envidiar a quienes
viven en el sur. Y en muchos aspectos, esto es cierto, se respira
aire limpio los 365 días del año, el color verde y azul acompañan tu
vida, las ciudades se llenan de aromas naturales, brisas heladas por
la tarde y una hermosa vista al atardecer, del mar, ríos o un simple
campo siempre verde. La calidad de vida debe ser mejor, y menor el
estrés. Para que decir la pesca, un sin fin de ríos de calidad
mundial a sólo pasos u horas de sus casas, repletos de truchas sanas
y bien alimentadas, que habitan en aguas que jamás dudaría en tomar
para saciar mi sed. Por todo eso, los pescadores de Santiago
deberíamos envidiar –y no tan sanamente- a quienes viven en el sur.
Pero la
verdad es que aunque yo ame el sur y su pesca, sobre todo la zona en
que me formé como pescador, mi querido río Petrohué, no los envidio
en todos los parámetros a los que me referí. Si envidio su entorno,
ciudades, calidad de vida, pero no envidio del todo su pesca. Y no
la envidio no por que de hecho pesque todos los años en el sur y
siempre pueda acceder a ella, sino que por que la zona central tiene
un encanto especial. Uno que es difícil de definir.
Pescar en la
zona central es como viajar a un país que no conoces, por que nunca
sabes con lo que te vas a encontrar. Es una zona impredecible,
cambiante, y muchas veces inhóspita. Aún cuando muchos ríos estén
descuidados, depredados o incluso contaminados, es esa adversidad,
la que te permite llevarte las mejores sorpresas al final del día.
Pero no es sólo la dificultad de encontrar un lugar de ensueño cerca
de Santiago lo que me cautiva, sino que es la pesca misma.
Los ríos de
la zona central aún conservan habitantes en sus cercanías que nos
recuerdan el típico campo chileno, ese campo de empanadas, chicha, y
carreras de caballos, sus señores, con sonrisas en la cara todo el
tiempo (de esos ya no quedan en Santiago), saludan amables al paso
de los “afuerinos” y te enseñan todo cuanto pueden de la pesca o
accesos, sin esperar nada a cambio.
Las truchas
de la zona central están sujetas a una presión de pesca
infinitamente mayor a la de la zona sur. Acá la mayoría de
nuestros ríos son tan pescados como el mismo río pescado o el hueñu-hueñu.
Y no existe ni si quiera un cuarto de la noción conservacionista que
hay en el sur (que ya es poca). Así es como muchos ríos de
nuestra zona central están casi muertos. Pero hay otros que se han
conservado por gracia de la misma naturaleza que ha sido sabia en
enturbiarlos gran parte del año o en aumentar su temperatura todo el
verano, dejando solo algunas orgásmicas semanas para pescarlos a
principios o fin de temporada.
La zona
central es pura poesía. Montañas nevadas infinitas, de colores
rojos, amarillos y naranjas, escarpadas cumbres y valles encajonados
como minas, árboles nativos que luchan por no perecer, y una fauna
desafiante, tímida, pero majestuosa. Y sus ríos violentos, azules,
que esculpen la piedra de esas rocas volcánicas que dan cuenta de
nuestra siempre presente cordillera de los andes. Y su pesca es
maravillosa. Si bien las truchas muchas veces son pequeñas, son muy
astutas. Muchas se han salvado ya de sus depredadores, los hombres.
Las características de pesca son por mucho más complejas que el
promedio de pesca de los ríos del sur, y se requiere técnicas
ligeramente más avanzadas, el derive perfecto de la mosca por ríos
poco amistosos para pescadores, ríos rápidos, profundos, y con poco
espacio para maniobrar, corregir o incluso dejar hundir nuestro
señuelo, y son segundos los que cambian un exitoso día de pesca o el
fracaso total. Muchos de ellos no ofrecen espacio para lanzar o
incluso caminar, te invaden las piedras y troncos, y muchas veces
debemos hacer maniobras alpinistas para cruzar de un pozón a otro, y
a eso debemos agregarle el viento que muchas veces se hace
insoportable. Pescar en nuestros ríos es una constante aventura.
He pescado
arriba en la cordillera, en los valles intermedios y pre-cordillera,
y sigo maravillándome con el entorno, su compleja pesca, los
paisajes, colores y la valentía e inteligencia de sus truchas. No
hay nada mejor que pescar con una caña #3 de 7,9 pies, en medio de
la cordillera, en un río furioso, truchas de hasta 1 kilo que
piensan más de 3 veces en tomar o no tu mosca. Todo se convierte en
una cacería, donde cada trucha si importa (por que son pocas), donde
cada lance debe ser perfecto y no hay espacio a error. Por eso, hay
muchos de nosotros que aunque amamos el sur, no podemos dejar
nuestra querida zona central. Y no será raro que escuchen decir a
algunos orgullosos: "Yo soy pescador de la zona central".
Instructor de
Pesca con Mosca:
Martín Aylwin vive en la ciudad de Santiago en Chile.
Es un pescador de basta experiencia y un destacado instructor
de pesca con mosca,
algo que ha potenciado de manera sobresaliente gracias a sus videos
instructivos para pesca con mosca, lo que le ha valido el
reconocimiento de cientos de pescadores a nivel nacional e
internacional. Para tomar contacto con Martín lo puede
hacer escribiendo a su correo electrónico
maylwinf@gmail.com o
llama directamente al teléfono móvil 09-8888392 .
Video Fly Fishing:
Shangri-La |
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Video Fly Fishing:
Roll
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Video Fly Fishing:
Lectura de Aguas de Martín
Aylwin |
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Video Fly Fishing:
A Fisherman's Dream |
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Consultas a: La Vaguada - Flyfishing, Outdoors &
Outfitters -
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