Pesca: Artículos, Notas, Historias y Reportajes

  La Vaguada - Flyfishing, Outdoors & Outfitters

   
 

 

 
     Escrito por:  Ricardo Ordoñez D. 
     Imágenes y contactos:  Ricardo Ordoñez     rordonezdiaz@yahoo.es
                                          Jaime Parra     antartica@telsur.cl
 

 

      Las mañanas del mes de mayo, distintas a los primeros meses del año, invade y suspende los sentidos  con su particular despertar, los días se han adentrado en el otoño del hemisferio sur y el paisaje  torna en su vestir siempre verde, dando lugar a un interminable arcoiris vegetal que nace en los primeros ramales y se interna en el bosques de manera irreverente,  dispuesto a cambiar de manera caprichosa los matices verdes de las hojas de los árboles por tonos cafés y amarillos.

      Una suave niebla cubre los campos y el rocío baña las praderas.  El río corre en silencio y de sus aguas emerge cual espectro, el vapor  humeante, que sube lentamente hasta desaparecer en las alturas.  El  aire huele a humedad  y  se mezcla con los aromas del bosque y del río,  ahora más que nunca me siento “nativo” de estas  tierras y de estas aguas.

      Hoy será nuestra última pesca de la temporada, puesto que el mes de mayo, también  marca el fin de la temporada estival,  un mal necesario que busca conservar la débil y frágil fauna de truchas y salmones asilvestrados en nuestras aguas continentales, período en el cual se pondrá a prueba nuestra voluntad, para  dar espacio a la reproducción de estos hermosos peces continentales.

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      Antes de vestirme para comenzar la jornada de pesca,  me acerqué al río y hundí mis manos en sus aguas para estimar su temperatura.  El río Quinchilca, se ubica cerca al poblado de Los Lagos,  al  noroeste de de la ciudad de Valdivia, por estos días también se encuentra bajo los efectos del otoño y sus aguas presentan una temperatura bastante baja,  la que bordean los 7° C.   Mientras sacudía mis manos tratando de secarlas,  hice un comentario  a mis compañeros de jornada: “la pesca estará lenta”.  Fernando Collinao, Jaime  Parra y  Jaime Loyola  comprendieron de inmediato el mensaje,  y continuaron con el cambio de atuendos de manera pausada,  no  hay  apuro.   Ellos  sabían  que deberíamos esperar la salida del sol, para que comenzara a entibiar la temperatura ambiente, de esta manera podríamos realizar una buena pesca.  Siendo las truchas animales de sangre fría, necesariamente requieren aumentar su temperatura corporal para lograr el nado adecuado para alimentarse, sin provocar un desgaste de energía que podría ser perjudicial para su sobrevivencia.   

      La temperatura del agua es un factor muy importante para desarrollar una buena pesca y que debemos considerar seriamente, debido a que éste es uno de los pocos que no son solucionables por un pescador, ya que depende exclusivamente del  medio y el entorno. Una temperatura óptima del  agua,  para desarrollar una buena pesca, oscila entre los 11° C a los 16° C. Son en estos momentos donde los peces nadan a su mayor capacidad y podrán alimentarse sin mayor desgaste de energía.   Por  otra parte, en estos momentos es donde se producen la mayor cantidad de eclosiones de insectos,  asegurando una buena cantidad de alimento a las voraces truchas.

      En el transcurso de las primeras horas de la jornada, recorrimos el río tratando de encontrar los pozones donde la temperatura presentara leves cambio,  producto del correr más lento de sus aguas.  Allí pudimos capturar algunas piezas con ninfas de ephemeropteras y  plecópteros,  pero las  aguas seguían tan heladas como en las primeras horas de la mañana.

 

 

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      Pasado el  medio día, se despejó la niebla,  el  sol comenzó a calentar los rincones que recorre el río Quinchilca.   Pronto se produjo un brusco cambio en la temperatura del agua y como por arte de magia  comenzó a desarrollarse uno de los acontecimientos mas increíbles que puede observarse en el suave torrente de un río ubicado en la depresión intermedia de nuestro territorio.  Continuas eclosiones se sucedían en las aguas,  una tras otras y  sin detenerse, como si estuvieran marcadas por un cronómetro imperceptible a nuestros sentidos.  Las primeras eclosiones fueron evidentes,  cientos de mayfly  emergieron del agua y tras ellas aparecieron las glotonas truchas.  El río cambió su dinámica, al punto de dejarnos atónitos. Pudimos observar una gran cantidad de truchas emergiendo del agua, a lo largo y ancho de todo el caudal, tratando de alcanzar las emergentes de mayfly que dejaban el fondo del río.

      Mi respuesta a estas eclosiones  y evidente conducta de los peces, fue cambiar mi línea sinking tip,  por una línea de flote  para  pescar  con una wet fly, que imita una emergente, la “soft hackle”.   Durante largo rato intenté pescar con esta  estrategia, más que lógica para el momento.  Sin embargo, las truchas se negaron a tomar la imitación.  Concluí  que mi decisión y estrategia había  sido erradas.   Pero mis camaradas de pesca corrían la misma fortuna,  con estrategias muy distintas.  Jaime Loyola, se había inclinado por pescar con un pequeña mosca seca, Fernando Collinao  insistía  con  una  pequeña ninfa  y  línea sinking tip,  por su parte  Jaime Parra  pescaba con una “Prince” y línea de flote,  pero pese a  todas estas variables, nadie lograba capturar una de estas voraces truchas, que se alimentaban frenéticas, mostrándose totalmente indiferentes a las moscas que se le presentaban.

 

 

      Pronto me percaté que las eclosiones poseían otra particularidad. Las emergentes de ephemeropteras,  variaban en colores después de cada eclosión al igual que los tamaños de estos insectos.  En tanto que en una de las eclosiones emergían mayfly de un suave color crema, en las siguientes eclosiones los tonos de los insectos se veían marcados por los colores cafés y las siguientes por grises.   Con el correr de los minutos comenzaban a emerger pequeñas caddies de colores claros y en un número menos relevantes stonefly  de un color café muy tenue.  Por su parte las truchas seguían  alimentándose vorazmente y en momentos,  daba la impresión que el agua “hervía” con sus movimientos en la superficie, y para colmo de males, ninguna de las estrategias daba los resultados esperados.

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      Entrada la tarde, durante una pausa, mientras bebía un reparador café, comencé a  analizar los movimientos de los peces tratando de entender cual sería su preferencia para tomar su alimento, con el objeto de determinar un patrón a utilizar y la  presentación del mismo, fijando mi atención en las tomadas que hacían los peces en la superficie (“rise”) y que nos podrían ayudar a determinar el estado de los insectos presentes, al igual que la preferencia de las truchas.

      Cuando presenciamos enérgicas tomadas fuera de la superficie del agua, es claro que los peces han optado  por alimentarse mayoritariamente con insectos en estado adulto. Estos vuelan muy cerca de la superficie o se desplazan de manera rasante sobre la misma,  lo que obliga a los peces a nadar velozmente para poder romper la superficie del agua y alcanzar su alimento fuera de ésta;  una mosca seca será la imitación adecuada para enfrentar este momento.  Si sólo logramos observar la parte dorsal del pez,  será evidencia de que su alimento estará  compuesto por los insectos que han comenzado a abandonar el lecho del río, en dirección  hacia la superficie, para eclosionar; lo optimo en este caso, será utilizar un patrón de emergente, para imitar la comida que se encuentra derivando justo bajo la superficie del agua. 

      También es posible que sólo podamos observar la cola de los peces fuera de la superficie, en cuyo caso, es evidencia que éstos se están alimentando con ninfas, larvas o crustáceos  que se encuentran en el fondo del río,  por lo que un patrón adecuado para estos momentos deberá imitar  insectos en estado inmaduros, tales como ninfas o larvas.  Otras señales dejadas por las truchas al momento de alimentarse,  son las inconfundibles ondulaciones en la superficie del  agua, producto de lentos movimientos efectuados por los peces en dirección a la superficie, para tomar o alcanzar su alimento, con una suave abertura de la boca.  En cuyo caso, es evidencia que su alimento lo componen adultos reproductores ( “imagos” ) y/o insectos  muertos que flotan en el agua,  por lo que una imitación  de “spinner” de mayfly, debiera tener  resultados más que favorables en estas condiciones.

 

 

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      En este caso, los peces dejaban clara evidencia de estar alimentándose con insectos que dejaban el fondo del río para eclosionar y como las tomadas eran muy cerca de la superficie,  continué  pescando con mi línea de flote. A su vez, las eclosiones predominantes correspondían a pequeñas ephemeropteras, por lo que concentré mi atención en dos patrones que imitan de manera adecuada el estado inmaduro de estos insectos.

      Seleccioné un patrón de Pheasant  Tail  del número 10  y comencé  a  lanzar unos tres metros  justo arriba de la posición donde se encontraba comiendo tres voraces truchas.  Deje que la mosca derive de manera libre, hasta pasar el punto donde se encontraban estos peces.  Intenté un par de ocasiones  más y luego cambié el patrón por una de Pheasant  Tail  lastrada del número 14, sin  obtener  resultados favorables.  Cambie de patrón  una vez más,  ahora  la mosca seleccionada  fue una   Hare's Ear de tamaño pequeño, número 14 y lastrada.  Volví a repetir el lanzamiento unos  tres metros  arriba de la posición donde se encontraba comiendo estos tres peces.  Dejé que la mosca derivara libremente en esta posición  y en uno cuantos segundos siento una fuerte y poderosa tomada de una hermosa trucha arcoiris,  y  luego de una emocionante lucha,  llegaría a mis manos para ser devuelta a sus aguas.   Repetí  nuevamente mi estrategia  y segundos después sentí nuevamente una fuerte tomada de otras arcoiris.  El  misterio de este momento de gran selectividad había sido resuelto.

      Jaime Parra, que se encontraba pescando muy cerca de mi posición, río abajo, me instó a que le contara el secreto.  A lo cual contesté que no era ningún secreto y le indiqué que cambiara por línea de flote y que usara una Hare's Ear,  a  lo cual me respondió que podía cambiar la línea pero no tenía ningún patrón se Hare´s Ear.  Así que me desplacé hasta donde éste se encontraba y le pasé  un de estos patrones, con el cual logró capturar una hermosa arcoiris, al primer lanzamiento.

      Después de varias horas tratando de entender la conducta de los peces, habíamos resuelto el misterio de este momento de “alta selectividad”,  una pesca muy técnica y que aún recuerdo como uno de los momentos de mayor desafío a los cuales me viera  enfrentado la temporada recién pasada.

 

 

 

 
 

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