Los lagos y ríos están rebosantes de truchas arco iris,
farios y fontinalis. Sanas y gorditas, como si supieran
que deben estar bien preparadas para los casi siete
meses de pesca que tienen por delante.En la Patagonia,
todo es extremo y salvaje. El clima es duro e
impredecible. El viento es amo y señor absoluto durante
la primavera y verano, obligando a adaptar todo tipo de
actividad al aire libre a sus caprichos.
Pescar aquí sea una delicia. Ríos, lagunas, lagos y
arroyos, donde poder sentir toda la fuerza y belleza de
este rincón salvaje del planeta, prácticamente solos.
Pero las campanas de alerta ya están sonando. Existe una
presión enorme por levantar nuevos proyectos hoteleros
en el Parque Torres del Paine, pese a que el lugar ya se
encuentra prácticamente saturado con los ciento veinte
mil turistas que lo visitan cada año. Sólo podemos
observar con impotencia como nuestras autoridades
aprueban ampliaciones y nuevas obras sin considerar que
se trata de una reserva de la biosfera declarada por la
UNESCO. Esta política sería impensable en otras
latitudes. La industria salmonera, luego de dejar la
escoba más al norte, ahora apunta sus dardos a los
fiordos de Última Esperanza… Así suma y sigue.
Pero el presente, por ahora, no es malo. Podemos
encontrar truchas de tres y más kilos muy cerca de
Puerto Natales. Un poco más allá, en Torres del Paine,
las corridas de salmones Chinook ya se hicieron
periódicas, pudiendo alcanzar tallas de más de un metro
de largo y pesos superiores a los veinticinco kilos.
Sin duda, se trata de animales hermosos que merecen todo
nuestro respeto. Y es aquí donde me quiero detener un
momento. Durante mi vida en Santiago, donde trabajaba
como periodista, poco y nada me importaba la naturaleza.
La urbe lo absorbía todo sin darme cuenta.
Pero aquí, gracias al kayak y la pesca, logré hacer el
clic, y entender que al mundo y sus criaturas tenemos
que cuidarlas. Eso es lo maravilloso que tiene la pesca
con mosca. Nos da la oportunidad única de capturar un
pez salvaje, traerlo hasta nuestra mano, para luego en
un acto casi incomprensible para muchos, liberarlo. La
verdad es que todo el proceso va dirigido a ese instante
mágico.
Cada vez que tengo un pez en la mano, me produce una
sensación de felicidad absoluta. Durante esos breves
momentos nada más importa. Soy yo con el pez, y él sabe
que en esa ocasión no va a morir.
A lo largo de mi vida nunca he dejado de devolver un pez
al agua, y en contadas ocasiones –con el dolor de mi
alma- he tenido que sacrificar alguno debido a una mala
picada. Lo que me motiva a continuar esta columna en el
tiempo, es poder iniciar o convertir al mayor número de
pescadores a la modalidad de “Catch and Release.”
Créanme, que no hay nada más gratificante para el
espíritu.
Ahora les dejo un adelanto para los próximos meses.
Jornadas de pesca en los ríos Rúbens y Penitentes.
Truchas marrones en los lagos y lagunas de Torres del
Paine. Gigantescos salmones Chinook en el río Serrano, a
los que les daremos pelea con cañas de dos manos con
líneas del tipo Skagit.
Pescaremos enormes y plateadas Sea Runs en el mítico Río
Grande de Tierra del Fuego, posiblemente una visita al
casi virgen río Azopardo. Buscaremos truchas Steelhead
en lagos escondidos del fiordo de Última Esperanza, a
los cuales se puede acceder sólo en kayak de mar… Espero
así, con mis relatos, poder motivarlos a practicar la
pesca con devolución en un país privilegiado y único
como Chile. En una jornada de pesca cualquiera tira un
“tailing loop”!!
¡¡
Buena pesca y líneas tensas y apretadas para todos !!
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