Escrito por:
Ruth y Juan |
Imágenes y contacto: rcardenas@csc.com |
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Sábado 21 de Marzo,
08:30 de la mañana, acompañados de nuestro guía, desayunados y
vestidos, nos aprestamos para dar inicio a nuestra primera jornada de
pesca en río Puelo. La mañana está totalmente despejada, ni una nube
en el cielo.
Ansiosos Juan y
yo, sin
saber qué nos deparaba el destino, salimos con una sonrisa deseándonos
suerte y buena pesca.
Llegamos al lugar
escogido por el guía, subimos nuestros adminículos y sentados
cómodamente en la popa de la lancha, salvavidas al cuello, comenzamos
a remontar río arriba.
09:30 horas. El guía
nos condujo a un lugar que no se veía diferente a otros, agua por
todos lados, árboles en las riberas, troncos caídos en el río, nada
especial. Condujo su lancha hasta la orilla de una playa y, abajo los
pescadores. Yo me preguntaba qué tenía ese lugar de especial.
10:15 horas. Armamos
nuestras cañas, tomamos cada uno su bolso y nos ubicamos en un
lugarcito conservando la prudente distancia. Agua había por todos
lados, pero ¿dónde estarían los peces?, eso ninguno de los dos
lo sabía.
10:59 horas. Ahí
estaba yo, disfrutando del aire fresco de la mañana cuando de repente,
mi caña Redignton RS2 N° 5 se dobla ¡entera¡ y bueno, era muy obvio
que había capturado mi primera pieza, ¡por poco salgo haciendo surf
río abajo!; ya ni recuerdo qué dije, solo se que me tiritaban las
manos y las piernas, se me recogió el estómago, tenía una sonrisota
así gigante y recuerdo que el guía se acercó adónde yo estaba y
comenzó a darme instrucciones: "baja la caña, no recojas con el
carrete, usa solo las manos, empieza a retroceder, mantenla
atrincada, si te pide línea dale, si arranca déjala ir, debes
traerla hasta la orilla". En esos momentos yo solo sabía que al
otro lado de mi línea, había un pez y que era grande.
A duras penas recogía mi línea, atrincaba mi pez y de repente logré ver su lomo plateado
en la superficie, era un tremendo pez. El guía me tomó del
cinturón y empezó a hacerme caminar hacia atrás, y así poco a poco, lentamente
y con paciencia, logré llegar con mi pez a la orilla para que el guía,
pudiera pasarle el chinguillo. Listo, pez afuera, cuando pude apreciar
su tamaño, me quedé sin aliento. Yo.... yo había sacado esa maravillosa
trucha, de más de 4 kilos…..¡sola! y ¡con mosca!, ¡estrenando caña y todo!.
Ahí estaba, contemplando mi primer trofeo, dando gracias a Dios y a
la vida por tan maravillosos momentos.
Después vinieron las fotos, las felicitaciones y todo lo que sucediera ya daba lo mismo. El viaje
estaba pagado y yo muy complacida sabiendo que esos momentos únicos e
incomparables, quedarían grabados en mi mente y mi corazón, por el
resto de mi vida.
Tuvimos 2 días de
pesca y hubo más capturas, casi tan grandes como la que ahora
comparto con ustedes. Juan por su parte, obtuvo también excelentes
piezas. El es un gran pescador y un lanzador como ninguno. Su técnica
es impecable, muy elegante y verlo castear es todo un placer. Es hábil
y muy perseverante y como era de esperarse, tuvo también sus momentos
de gloria.
El secreto:
Primero, contactar a
un buen guía que conozca la zona, que sepa leer el río, que disfrute
haciendo lo que hace y que no sea solo un negocio y ustedes, sus
clientes. Un botero no es lo mismo que un guía.
Segundo, querer
disfrutar cada momento, impregnarse de energía, maravillarse del
entorno, quedarse quieto, apacible solo para escuchar el melodioso
canto del chucao. Ver al Martín Pescador posando en un palo, esperando
a que por supuesto, uno le tome una foto. Cada día me convenzo más de
que estas aves posan para nosotros. Ser feliz con el solo hecho de
estar ahí, compartiendo con el río, gozando de sus placeres y siendo
uno con la vida que en esos momentos, se posa ante nuestros pies.
Créanme cuando les
digo que es muy afortunado, quien puede disfrutar de momentos así, en
los que sientes que tu corazón va a explotar de alegría y orgullo por
el logro alcanzado.
Consultas a: La Vaguada - Flyfishing, Outdoors &
Outfitters -
www.lavaguada.cl
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contacto@lavaguada.cl
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