Llevo pescando en total unos 38 años, por lo que soy
testigo presencial y a ciencia cierta de cómo se ha ido
deteriorando la pesca en las aguas del sur de Chile.
No quiero decir que esta sea mala, sólo que es peor de
lo que era, y eso no es una especulación, es una verdad
más grande que un continente. Ríos clásicos para la
pesca que antaño eran extraordinariamente generosos, hoy
son apenas la triste sombra de los recuerdos de una era
de esplendor. Para comprobar lo que digo, basta
consultar a los pescadores más antiguos, cómo eran los
ríos entre 1950 y 1980; seguro se van a sorprender con
sus historias. También puede revisar algunas de las cartillas de pesca que
otorgaban el Servicio Nacional de Pesca en los años
1980 a 1990, o simplemente echar mano a la Guía de la
Pesca Deportiva de Chile, publicada en 1960, la cual
hace referencia a "la extraordinaria" pesca de los ríos
de las regiones del Maule, Bío Bío, La Araucanía, Los
Ríos y Los Lagos.
Por desgracia, la pesca de truchas en los últimos 40
años
ha llegado a un punto crítico en muchos de los ríos del
sur de Chile, donde el colapso comenzó a manifestarse,
primero por la disminución en el tamaño o las tallas de
los ejemplares capturados, y posteriormente, fue el
número de ejemplares que se capturaban lo que se
desplomó. Hoy en día el 65% de los ríos
entre las regiones del Maule y Los Ríos,
simplemente "no tienen" pesca de truchas. En estos
lugares, la pesca de truchas se ve limitada sólo a
algunos ríos y lagos de la zona precordillera andina,
mientras que los ríos mas golpeados o sobreexplotados,
indudablemente son aquellos situados en el valle central
de estas regiones.
Las razones del profundo deterioro de la pesca en estos
sectores son varias. Entre las que podemos enumerar se
encuentran: 1) el cambio de uso de suelos y bosques nativos
para actividades forestales, agrícolas y urbanos; 2)
Extracción de agua para uso industrial; 3) Construcción
de embalses y barreras como represas; 4) Contaminación
por vertido de residuos líquidos industriales y
domésticos; 5) Contaminación difusa por pesticidas; 5)
Extracción de áridos desde el lecho de los ríos, 6)
Obras viales sobre ríos sin planificación y mitigación
de impactos ambientales; los que sumados al creciente
número de pescadores que siguen practicando la pesca en
los ríos como una actividad de "recolección" (pesca
con muerte y sin
devolución), el deterioro de la pesca de truchas no
podía ser otra cosa, que la crónica de una muerte
anunciada. Lo peor de todo, es que muchas de
estas faltas podrían haber sido minimizadas con un
adecuado control por parte del Servicio Nacional de
Pesca (Sernapesca), entidad a cargo de la fiscalización
de la ley de pesca recreativa, la que ha actuado
evidentemente en forma más reactiva que proactivamente
en la materia.
Hasta antes del
año 2008 no existía una ley de pesca recreativa, sino
más bien, una norma orientada a la pesca deportiva, que
proponía más deberes que derechos a la pescadores de la
época: Pagar licencia, cumplir con los periodos de veda
y regulaba la configuración de los equipos a utilizar
para la pesca deportiva. La creciente importancia
de la pesca deportiva en la economía del turismo de los
intereses especiales, así como una notoria baja en la
calidad de la pesca de aquella época, gatilló las
acciones para crear una ley que norme de forma adecuada
esta actividad, esta vez ya no como una actividad
deportiva, sino como "pesca recreativa".
De ahora en adelante, los ríos, lagos, así como las
truchas y los salmones serian resguardados para fomentar
el turismo y su economía asociada.
En abril
del año 2008 se publicó en el Diario Oficial la Ley de
Pesca Recreativa Nº 20.256, cuyo principal objetivo se
sustenta en "fomentar la actividad de pesca recreativa",
"conservar las especies hidrobiológicas y proteger su
ecosistema", "fomentar las actividades económicas y
turísticas asociadas a la pesca recreativa" y
"fortalecer la participación regional".
Entonces, si
tenemos una ley que resguarda todo lo necesario para
evitar el deterioro de la calidad de la pesca, para qué
nos preocupamos, sólo se debe aplicar la ley y asunto
arreglado. Por desgracia, esto se ha transformado
literalmente en una UTOPÍA, ya que en la actualidad, en
todo Chile hay miles de pescadores rompiendo las reglas,
no sólo bajo los ilícitos de las normas de la ley
20.256,
sino que además, generando verdaderos actos delictuales,
los que se traducen en capturar y matar, tanto truchas
como salmones dentro de los cursos de agua continental,
sin ningún cuidado de los objetivos que se rescata en el
espíritu de la Ley de Pesca Recreativa. ¿Falta de
fiscalización? Evidentemente que "SI".
Siempre que se tratan estos temas, las entidades
gubernamentales sostienen que están realizando el
trabajo en la medida de lo posible, ya que no existen
recursos para concretar los objetivos de vigilancia que
señala la Ley 20.256. Curiosamente, en los últimos
años, son muchas las entidades gubernamentales que han
aumentado los recursos para mejorar la calidad de la
pesca en las aguas del sur de Chile, pero la paradoja
radica en que ha sido en este mismo periodo,
precisamente, en donde la calidad de pesca más se ha
deteriorado en estos cursos de agua.
¿Qué está ocurriendo que todo va de mal en peor ? ; ¿En
qué estamos fallando? ; ¿Podemos recuperar lo perdido?.
Para los pescadores, la definición de pesca deportiva o
recreativa, no hace la diferencia. Igual estamos
obligados a pagar sí o sí una licencia o permiso de
pesca, y a cumplir con la norma. El problema son
aquellos que están fuera de la ley y que van acabando
indiscriminadamente con los recursos, en desmedro de un turismo de alta
calidad. Ya no hablo como pescador, si no como
un turista que no está dispuesto a gastar su dinero, en
un lugar donde la pesca claramente no cumple con las
expectativas.
Es importante señalar que, en los últimos años, las
actividades outdoor asociadas a ríos y lagos, han
aumentado en forma dramática. Actividades como el
kayak, rafting, windsurf, surf, stand up paddle surfing
ganan terreno con facilidad entre sus aficionados, pero
sólo la pesca deportiva paga una licencia o permiso
anual. Justo o no, todas éstas están exentas o libres
de pagos por licencias o permisos, aun cuando utilizan
los mismos espacios físicos que los pescadores.
¿Por qué faltan recursos para fiscalizar la pesca ilegal, si los pescadores aportamos al fisco
con recursos financieros para ello?
Estadística Venta Licencia de Pesca
De acuerdo al cuadro anterior, el año 2013 se
vendieron en Chile 29.485, hasta llegar al año
2016 con una venta total de 46.151 licencias de pesca, o
sea, que en 4 años las ventas de licencias se han
incrementado 16.600 unidades, lo que
equivale a un crecimiento del 56% en total.
Uno de los puntos mas importantes a destacar es la
relevancia que ha tomado la venta de licencias de pesca
a través de Internet, 31.733 unidades el año 2016, lo
que representa a un 69% del total.
Durante los años 2015, se extendieron 2.955
licencias para extranjeros, y el año 2016 las ventas
alcanzan las 3.094 unidades sobre el total, lo que
equivale a un 7% del total de las ventas. El 93%
corresponde a ventas de licencias para pescadores
nacionales.
Ingresos
Producto de la Venta de Licencia de Pesca
Los ingresos fiscales por venta de licencia de pesca el
año 2013 alcanzó la cifra de 204 millones de pesos.
El año 2014 alcanzó la suma de 288 millones de pesos.
El año 2015 la cifra se incrementó a 394 millones de
pesos, mientras que el año 2016, alcanzó un record de
420 millones de pesos.
En suma, durante los últimos 4 años, los pescadores
hemos aportado con 1.305 millones de pesos al fisco
por concepto de licencias y permisos de pesca, un valor
cercano a los US$ 2.000.000 por este
concepto.
Por la misma razón, es indignante conseguir respuestas
que apuntan a la falta de recursos cuando pedimos más
fiscalización, ya que los recursos los entregamos todos los
años junto con el pago del permiso o licencia de pesca.
El problema más grave, desde mi punto de vista, es la
cantidad de dinero que el fisco deja de percibir, por no
fiscalizar adecuada y oportunamente nuestros ríos y
lagos.
Evasión en
el Pago de Licencias y Permisos de pesca
Según la publicación "FICHAS ÍCTICAS DE ESPECIES en
Chile para la Pesca Recreativa" (ver
documento), publicado por el Servicio Nacional de
Pesca y Acuicultura el año 2012, el universo estimado de
pescadores recreativos en Chile es de aproximadamente
200 mil personas.
Si somos 200 mil pescadores, tenemos una evasión en
pagos de licencias y permisos de pesca, que alcanza a
unos 153.849 personas. Ello implica que sólo
el 23% de los pescadores cumplen con obtener y pagar el
documento que le permite ejercer la actividad libremente
y dentro de los marcos de la ley en Chile.
Financieramente es un desastre, ya que el fisco pierde
cada año más de 1.100 millones de pesos por concepto de
evasión en el pago por licencias de pesca.
Si el año 2012 existían unos 200 mil pescadores en Chile, y
esos se mantuvieron en el tiempo hasta la actualidad
(año 2016),
los ingresos que debía percibir el fisco por este
concepto sería un total de 5.913 millones en el periodo
2013/2016, o sea, unos 4.608 millones más de los
que efectivamente fue recaudado, según los datos de venta de
licencias y permisos de pesca.
Dejar de fiscalizar o hacer poca fiscalización de los ríos y lagos genera una serie de
vicios que repercuten directamente en la calidad de la
pesca (menor cantidad de peces), y por lo mismo,
repercute en la industria del
turismo de los intereses especiales, pero también
repercute fuertemente en los ingresos que percibe el
fisco por concepto de licencias y permisos.
Cada año que se deja pasar sin control por parte de la
autoridad, se desperdician más de 1.305 millones de pesos, y
se pierden otros 4.608 millones, simplemente por falta de
gestión y control que están garantizados en la ley
20.256.
Nuestros vecinos de Argentina han entendido a cabalidad
el costo/beneficio que implica realizar inspecciones a
los pescadores de forma periódica en sus ríos y lagos.
Sólo la provincia de Neuquén cuenta con 56 Inspectores
de Pesca Deportiva con dedicación exclusiva.
Mientras que en Chile, el Servicio Nacional de Pesca, no
tiene ningún inspector con dedicación exclusiva para la
Pesca Recreativa, y sus fiscalizaciones son aleatorias y
muy esporádicas. Por otro lado, es cierto que existen
inspectores ad honores, pero claramente este modelo no
está funcionando para detener la pesca ilegal, la que
cada año se vuelve más y más violenta. Basta
recordar el ataque que sufriera el guía de pesca e
inspector ad honores hace 8 años, Patricio Salas en la
zona del río Allipen, en la región de la Araucanía,
instancia donde fue golpeado por pescadores furtivos,
dejándolo en estado grave y con un alto grado de
invalidez.
Sin un adecuado trabajo de fiscalización, será muy
difícil salvar las buenas aguas de pesca que aún tenemos
en el sur de Chile, y claramente será imposible
rescatar esas otras aguas donde la pesca ha decaído al punto
que no tienen la menor importancia como destino de
pesca para el turismo.
Los pescadores tenemos derecho a exigir mayores
controles, ya que al momento de pagar la licencia de
pesca, nos comprometemos a cumplir la norma, pero por
sobre todo, nos ganamos el derecho a pedir que se
fiscalice y que seamos fiscalizados todos los días del año.
No cumplir con las normas de la ley
20.256
transforma a las personas en infractores, y los
pescadores que pagamos nuestra licencia o permiso, en
función de un bien superior, ya no queremos más
delincuentes en nuestros ríos, recursos para
ello los hay, y pedimos que no se pierdan por la falta de gestión.
¡¡ Cada día que pasa sin hacer
inspección y fiscalizaciones, es un día
donde se pierden más y más recursos !!
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