Clavar
un bonefish en un flat interminable y escuchar el penetrante sonido
del carrete aullar sin parar, desenfrenado, enérgico, agudo y
vencedor se convirtió, desde entonces, en una especie de obsesión.
I. Cumpliendo un
sueño.
Hace algunos años cuando vi el primer video de
pesca en el mar caribe, supe que antes de morir tenía que intentar
de pescar en esas aguas. Clavar un bonefish en un flat interminable
y escuchar el penetrante sonido del carrete aullar sin parar,
desenfrenado, enérgico, agudo y vencedor se convirtió, desde
entonces, en una especie de obsesión.
Tuve la suerte de cumplir ese sueño en plena juventud. Y con más
ganas de pescar que recursos, emprendí este viaje de pesca que
quedará marcado en mi vida como uno de los mejores. Ahorrando todo
lo que pude con el resultado de mis clases como instructor de pesca
con mosca de la tienda Rod and Gun y por mi empresa de clases de
pesca con mosca MARTIN PESCADOR, invertí en equipos de pesca,
materiales de atado y todo lo que fuera necesario para cumplir el
sueño de muchos, y que a mi corta edad tuve la suerte de realizar.
II. Pescando en
Tierras Mayas
Ya estaba en México preparando la pesca del día
siguiente. Por fin, unas 8 hrs. de sueño me separaban de hacer
realidad el sueño que se vio alimentado por 4 meses de espera. 06:00
am., suena el despertador y me dirijo al embarcadero en Playa del
Carmen. ¿Mi destino? Cozumel, uno de los mejores pesqueros de
bonefish de México. Una hermosa isla, otrora puerto de intercambio
entre los distintos asentamientos Mayas de la zona.
Al bajarme del ferry que conecta el continente con la isla, me
esperaba Gaspar, mi guía, un menudo, experto y sencillo personaje
que sería mi profesor y compañero en esta, mi primera aventura de
pesca con mosca en el mar Caribe, destino ansiado por todos los
pescadores con mosca para la captura de especies como tarpon, permit
y bonefish. Como me comentó Nassim Joaquín, dueño de la operación,
Gaspar es un fuerte "remador" que lograría situarme siempre en
frente de los macabí o bonefish. Con esa referencia, decidí ponerme
en manos del guía y hacerle caso en todo lo que me dijera.
Luego de unos 15 minutos de agradable conversación, preguntando todo
lo que podía antes de empezar a pescar y solucionando algunas dudas,
llegamos a un embarcadero lleno de pequeñas embarcaciones de colores
en una playa paradisíaca, la mayoría de ellos, destinados a la pesca
artesanal de pequeña escala. Y entre ellos, una moderna embarcación,
que sería la que nos acogería durante ese día.
Es un lugar sencillo, sin grandes instalaciones turísticas ni
pretensiones, que da cuenta de una isla enclavada en hermosas y
solitarias playas de blancas arenas que hace dejar atrás la imagen
de grandes holetes, restoranes y turismo, y nos hace apreciar a
México en su estado más prístino.
Subimos al bote especialmente diseñado para la pesca con moscas en
los flats, con una pisadera completamente plana, y organizadores
para guardar cualquier instrumento de pesca posible. Equipados con
todo lo necesario para un día de pesca en el Caribe (cañas,
carretes, moscas, tippet, comida, bebestible y mucho bloqueador)
comenzaba mi primer día de pesca en el mar caribe.
Luego de 20 minutos de navegación por hermosas playas de aguas
turquesas y azul profundo, llegamos a una playa en una península muy
angosta. Nos bajamos, y caminamos 30 metros que nos separaban de una
laguna de agua salada, antes conectada con el mar, en donde haríamos
la pesca del día.
Gaspar me deja instalado en una playa soñada, extensa y de aguas
peligrosamente transparentes. En ella, me indica Gaspar, debo
quedarme solo pescando 40 minutos para darle tiempo de cambiar a una
embarcación especial que tienen dentro de la laguna, más adecuada
para acceder a los manglares a pescar un sector a la que solo esta
operación tiene acceso. Y ahí, dándome las mínimas indicaciones, me
dejó solo intentando pescar el esquivo macabí para practicar para
cuando él llegara.
Para Gaspar no era más que una práctica, una soltura de tantos meses
sin pescar, un pre- aprendizaje, quizás afinar los lanzamientos para
la verdadera pesca, para mí, era un desafío, un duelo personal.
Debía aplicar sin antes haberlo hecho en terreno, todo el
conocimiento recopilado de tantos artículos de Internet y de
revistas, y practicar sin mucha ayuda una pesca que dista mucho de
ser igual a la de truchas. Era para mí una puesta a prueba de mis
destrezas como pescador.
No caminé más de 10 pasos desde la orilla de la laguna, y ya a 20 cm
de profundidad noto como un grupo de peces se atemoriza, y nada
raudamente hacia la profundidad del flat. Inmediatamente pensé que
había sido una escuela (ver nota #1) de bonefish.
Con nula experiencia en mar, comencé a buscar peces, recordando una
y otra vez lo que me había leído en artículos y revistas: lo que en
mar no se ve, no se pesca. Y con esa frase en mente, comencé la que
se convertiría en una verdadera cacería.
Dando pequeños y silenciosos pasos, caminaba por un flat extenso. Yo
divisaba peces por todos lados, pero sin tener el ojo entrenado,
esas sombras, podían ser cualquier especie. Y sin guía que me
ayudara los primeros y más largos minutos de la jornada, no me
quedaba otra que intentar capturar alguna hasta acertar con un
bonefish. Localizo dos peces a 15 metros de distancia que recorrían
libremente buscando alimento.
Preparo el lanzamiento, pero el lanzamiento no fue efectivo, la
mosca cae atrás de la escuela, sin que pudiera entrar a su campo de
alimentación. Segundo lance, que iba en la dirección precisa, no
rindió efectos, pues mientras la línea cortaba el viento al ser
lanzada, la pequeña escuela cambia súbitamente de dirección. Tercer
lanzamiento, bien realizado, Cae la mosca un metro delante de ellos,
e inmediatamente los peces reaccionan, acelerando en dirección a mi
mosca, una crazy charlie rosada atada por mí. Sigo recogiendo, hago
cortos y veloces strips, tal como leí en Internet. Estoy nervioso,
se acerca cada vez más, muevo la mosca, y de los tres, uno se decide
atacar. Toma la mosca, clavo al pez, y PUM!!!! Comienza a nadar
frenéticamente, como un torpedo en dirección a las profundidades del
flat, el freno comienza a sonar como jamás lo había escuchado - ya
no cabía duda por la corrida que era un bonefish- .
Ahora sé para que son los carretes -pensaba- y seguía sonando
punzante esa chicharra que todos anhelamos escuchar con un monstruo
en la punta de la caña. Me había sacado 20 metros de línea, cuando
mi leader se cortó. Reviso, y la fuerza del macabí había hecho ceder
el nudo. Analizado este hecho ex-post, me di cuenta que cometí el
error de tener el freno muy apretado. Aprendo la lección,
suelto el freno, repito el nudo, ato una crazy charlie del mismo
color, refuerzo el nudo, y dejo unos 0.3 cm de sobra por si el nudo
corre. Vuelvo a la cacería, en una playa de 300 metros de extensión,
debo encontrar una nueva escuela de macabíes.
Mi inexperiencia me hace cometer un error que se repitió varias
veces mientras me encontraba solo sin mi guía Gaspar. Distingo una
solitaria figura que nada sola por el bajo. Lanzo justo delante de
él, inmediatamente toma la mosca y corta el leader justo después de
clavarlo. Era una barracuda pequeña, muy similar a la figura de los
bonefish para mis inexpertos ojos.
Más tarde Gaspar, y el paso de las horas, me darían la experiencia
necesaria para reconocer con mayor facilidad a los bonefish, y de
ese modo evitar lanzarle a las baracudas. Sin perjuicio de esa
experiencia, tuve la suerte de clavar una barracuda desde la
mejilla, de modo que no pudo cortar el leader, y arrancó con una
fuerza impresionante, incomparable con cualquier especie de agua
dulce en Chile con ese tamaño. En menos de 6 segundos, una barracuda
de 1.5 kilos, me había sacado toda la línea y 10 metros de backing.
Luchó hidalgamente e hizo dos grandes corridas antes de ceder.(ver
nota #2)
Minutos más tarde, localizo otra escuela. La sigo por alrededor de
60 interminables metros de playa con el agua hasta la rodilla, y
quedo en posición perfecta para lanzar según la trayectoria de
desplazamiento natatorio de la escuela. Nadan rápido y no es simple
en esas extensiones de mar perseguirlas. Lanzo la mosca casi dos
metros delante de ellos, un poco lejos. Pero no tendría tiempo para
volver a lanzar nuevamente. Al caer la mosca, no la muevo sino hasta
que están a un metro de ella, y comienzo a moverla. Repentinamente
tengo 5 macabíes tras la mosca. Sigo recogiendo.
Uno de ellos se aleja del grupo y ataca la mosca. Lo clavo, y
comienza el impresionante escape a toda velocidad. Y yo con una
felicidad desbordante miraba como salía y salía línea de mi carrete.
Una buena imagen de cómo pelean estos peces sería como pelear contra
una trucha de 5 kilos con esteroides. En menos de 3 segundos, el
macabí me había sacado casi toda la línea del agua, cuando se me
enreda la linea en el dedo índice de la mano izquierda.
Inmediatamente la fuerza de la fuga, produce tanta presión, que al
haberla enredado en mi dedo, corta el leader de 10 lbs de
resistencia. Da vueltas nuevamente por mi cabeza la idea de que es
primera vez que sé para que sirve un carrete. Jamás antes me había
servido como ahora. Me quedo con una sensación agridulce de alegría
y frustración. Y con el mismo ímpetu que el que dio inicio a este
viaje, vuelvo a la cacería.
En ese entonces llega Gaspar, y me lleva a pescar a unos manglares
desde el bote. Me recomienda partir por una especie un poco más
sencilla de pescar, los Sábalos o Tarpon. Camino a un buen lugar
para la pesca de bonefish, pasamos a unos pesqueros de Sábalos con
excelente resultados.
En el camino nos topamos con algunas escuelas de entre 20 y 40
macabíes. Una vez localizados en estos pantanos, el guía es de
extrema importancia, pues, su misión es dirigir el bote para
perseguir a la escuela, posicionar al pescador frente a ellos, pero
a una distancia moderada, y lanzar, sin asustar a la escuela. Este
procedimiento se repitió con 6 escuelas que topamos en el camino.
Pero la sensibilidad de estos peces, sumada a la inexperiencia de mi
parte y torpeza en algunos lanzamientos me hizo asustar 2 escuelas.
Ahora tiene sentido el dicho: "otra cosa es con guitarra". Uno
siempre lanza bien hasta que aparecen los bonefish. Es una especie
tan delicada, que muchas veces los nervios en una primera
expedición, juegan en contra. Otras 2 escuelas ignoraron mi mosca
repetidas veces, pero logramos capturar macabíes de dos escuelas.
Una de esas capturas fue especialmente significativa. Íbamos
saliendo de una laguna conectada por un pequeño pasillo a otra
laguna de menor tamaño y a 10 metros divisamos una escuela de al
menos 30 macabíes. Todos iban alimentándose y asomaban sus colas en
la superficie, devorando todo lo que el suelo del pantano les ponía
a su paso. Gaspar -mi guía- me recomienda agacharme, y con mucho
cuidado lanzar. No nos habían visto -me decía-. Primer lanzamiento,
y por la excitación del momento quedo corto. Cabrones! decía Gaspar,
no vieron la mosca.
Póngase agudito mi pescador, me arengaba mi guía, un lanzamiento
más. Lanzo, y esta vez con una precisión suiza, cae la mosca a 50
centímetros del líder de la escuela con delicadeza. Inmediatamente
noto que cambia el canon de comportamiento del cardumen, y todos
nadan rápidamente a mi mosca. Yo hacía pequeños strips sin
detenerme, y veía como ya solo 3 macabíes perseguían la mosca. Uno
de ellos se adelanta y toma la mosca a solo 4 metros del bote, lo
clavo y como un torpedo arranca al final de la laguna, sacándome
toda la línea que estaba en el bote más unos 10 metros en el
carrete. Yo, cuidando de no repetir los errores anteriores, fui
especialmente cuidadoso en proteger la línea de no enredarse en nada
y no perderlo esta vez.
Cuando termina de escapar, recojo pensando que había cedido, y a 10
metros del bote, vuelve a sacar unos 15 metros de línea, tal y como
si mi carrete no tuviese freno, y paradójicamente estaba a su
máximo. Estaba solo a segundos de sacar mi primer bonefish, y para
alegría de Gaspar, este no se soltó y pude apreciar de cerca la
majestuosidad de este trofeo color perla, el fantasma de los flats
como le llaman los pescadores de habla inglesa. Un premio que superó
con creces los esfuerzos realizados y que hizo que todo el viaje
valiera la pena. Ya en mis manos logré notar que es un pez muy
fuerte, músculoso, y de estructura corporal muy hidrodinámica,
atributos a los que debe su gran potencia. Lo soltamos, y sin
pensarlo mucho, felicité a mi guía, y celebramos con una helada
cerveza la captura de mi primer bonefish.
Luego de unos minutos de perseguir varias escuelas logré capturar mi
segundo bonefish desde el bote. Una nueva cerveza y emprendimos
regreso a donde teníamos el bote a motor. En ese lugar me dejaría el
guía para pescar nuevamente algunos bonefish que volvían a la playa
con la marea.
Me bajo del bote, y camino sigilosamente por la arena con destino a
extenso flat que tenía en frente. Lentamente camino por 20
centímetros de profundidad, mirando en todas las direcciones por un
rastro de algún bonefish para cerrar un día que ya era perfecto. Por
una cama de algas que estaba ubicada en aguas más profundas, y a 35
metros de mi aparece una escuela que avanza rápidamente desde mi
derecha. Al ojo, y en un segundo, calculo la trayectoria del
cardumen, y con movimientos rápidos pero delicados, camino para
lograr la posición perfecta.
Desde donde estaba, debía lanzar unos 16 metros, justo en frente
mío, y si no me movía mucho y el lanzamiento era perfecto, era un
pique seguro. Se acercaban rápidamente, y cuando estaban a 10 metros
del punto de pique, decidí lanzar, y aunque el viento era fuerte, la
mosca cayó justo donde los bonefish pasarían según mis cálculos.
Aunque me adelanté un poco en lanzar, ya que aún estaban a 2 metros
del lugar. Había logrado no asustarlos.
Dejo la mosca hundir, y cuando se encontraban a solo un metro de la
mosca, empiezo a recoger con pequeños pero rápidos strips.
Inmediatamente, varios de los bonefish que venían "coleando" se
abalanzaron sobre mi mosca y uno de ellos la tomó con mucha fuerza,
lo clavo y me convierto en un espectador de una de las más
impresionantes carreras que me ha tocado presenciar en mis 14 años
de pesca con mosca. Yo había lanzado 15 metros y el bonefish me
había sacado los restantes metros de la línea, y veía como el
backing comenzaba a salir de la línea. Yo, no podía hacer nada más
que confiar en mi carrete, y no podía recoger, por que me pegaba la
manilla del carrete en el los dedos.
Nunca había escuchado mi carrete sonar tan rápido y fuerte, y yo no
podía más, me reía, pensaba en como sería la envidia de mis amigos y
en lo afortunado que había sido de estar en ese momento y en ese
lugar. 20 metros de backing, y recién se cansó el pequeño bonefish,
por lo que cedió y pude recoger hasta que ya habían entrado a las
anillas los primeros 10 metros de línea, cuando el bonefish en un
segundo intento de escape vuelve a llegar al backing. Ya agotado, se
rindió y pude traerlo directamente hacia mí.
Era el tercer bonefish del día, y yo no podía más de la alegría.
Este viaje que había planeado en tanto tiempo, se cerraba de manera
perfecta. Con una caña en mano, en una playa de aguas turquesa y
arenas blancas, con un bonefish capturado luego de un buen
lanzamiento, y la puesta de sol en ciernes. Hay pocas cosas que se
pueden comparar. Las fotos de rigor -para que la gente me creyera en
Chile- y suelto al bonefish que nada enérgico hacia las
profundidades del mar, donde espero volver nuevamente a capturar ese
que para mí ha sido la especie más increíble que me ha tocado
pescar.
Nota #1: En
jerga de quienes pescan en el mar Caribe, se le llama school a un
cardumen de bonefish. Las escuelas o schools pueden ser agrupaciones
de 3 hasta 300 o más bonefish. Una escuela es lo que el pescador de
Mar Caribe busca durante el día para poder lanzar la mosca.
Nota #2: Creo
que la barracuda es una especie muy interesante de pescar. Es más
fácil de engañar y puede ser un muy buen primer acercamiento a la
pesca en mar Caribe. Consejo, no olvide llevar lider de acero. En un
día de pesca malo (nublado por ejemplo) las barracudas pueden
arreglarlo.
Agradecimientos a:
Agradezco a Nassim Joaquin, quien organizó el viaje de Pesca a
Cozumel. El es un gran pescador de agua salada y podrá ayudarlo y
orientarlo a la perfección.
Consultas a:
La Vaguada - Flyfishing, Outdoors & Outfitters -
www.lavaguada.cl
-
contacto@lavaguada.cl
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