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El día 16 de Noviembre decidimos comenzar la temporada 2006 con Carlos
Alvarado y Pablo Guarnieri en el Filo Hua Hum, sitio que no conocíamos
más que por referencia de otros amigos mosqueros y que presenta
ciertas particularidades, entre ellas, la extrema claridad de las
aguas lo que lo convierte en un curso de pesca muy técnica y la altura
de las aguas en comienzo de temporada que nos prometían buenas
capturas ya que las truchas están bajando del desove en el río.
Para que se entienda mejor, este pesquero es como un sistema de
afluentes, lago, boca y desembocaduras, riffles largos y pozones
profundos y curvados que brindan las más diversas posibilidades de
pesca: de orilla, en veril, en float tube y vadeo, con un común
denominador: paciencia y técnica deben combinarse para lograr éxito.
Nos alojamos en la histórica estancia Lemu Cuyén que data de
principios del siglo XX con impresionantes bosques de pino ponderosa,
ubicada a 1.268 km de la ciudad de Mendoza, dentro de la cual se
encuentran la margen norte del lago, el río Filo Hua Hum oeste, el río
Meliquina y en su confluencia el río Caleufu que nace y muere en esta
propiedad. Se encuentra dentro de Parque Nacional Lanín y su entrada
esta sobre la ruta 63 cruzando el rio Meliquina y la casa del
guardaparques. Tiene 13 cabañas totalmente equipadas para 8 personas
además de proveeduría y servicios de guiadas, cocina de chef, alquiler
de balsas, cabalgatas y trekking entre otros.
A poco llegar recorrimos los caminos interiores reconociendo la zona,
pero nuestra ansiedad después de semejante viaje pudo más y comenzamos
a pescar a poco más de 500 metros de la boca del Filo Hua Hum Este. El
río llevaba muchísimo caudal así que preferimos vadearlo y ubicarnos
en las correderas que se encuentran un poco más aguas abajo donde
comenzaron las capturas, truchas arco iris de mediano porte con ninfas
Prince y Teeny y en streamers la infalible Pérez Castaño negra y
grizzly.
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Al anochecer decidimos pescar con secas entre los juncos del lago ya
que una gran cantidad de eclosiones de pequeñas caddis color crema que
literalmente nos envolvían en sus emergencias por lo que armamos los
equipos livianos y vadeamos hasta los juncos pero curiosamente no
vimos actividad en las truchas.
Al día siguiente nos dirigimos a la desembocadura del Filo Hua Hum
oeste, que desemboca en dos cauces totalmente diferentes entre si. El
cauce normal y El Quieto (en realidad se llama Partenón) que como su
nombre lo indica es un curso meándrico de lenta corriente y aguas
claras que permiten ver las truchas ubicadas contra la corriente
comiendo en el fondo y subiendo al comenzar las emergencias en horas
de la tarde.
Es llamativa la claridad del agua a punto tal que el dicho entre los
pescadores que nos encontramos era: “Si las ves, ellas te vieron
antes” lo que nos dio una idea de las tácticas de camuflaje y
ocultamiento que deberíamos poner en práctica para ubicar el sitio
ideal para lanzar nuestra mosca. Comenzamos la jornada tratando de
ambientarnos y conocer las costumbres de las truchas residentes,
observando por un largo rato desde los arbustos sus movimientos y
ubicación. Vimos ninfas de odonatos en color marrón con la cabeza un
poco más oscura que caían de los juncos y las truchas se movilizaban
para atraparlas en la corriente. Decidimos entonces comenzar con
ninfas, a los pocos minutos comenzaron los piques sorprendiéndonos la
gran cantidad de percas. Más tarde, Carlos logro un salmón encerrado
de unos 2 kilos con ninfa de stonefly oliva que le dio una interesante
pelea que yo pude divisar desde lejos mientras pescaba en el veril
justo donde ingresa el cauce principal al lago, logrando muy buenas
capturas de arco iris, marrones y percas en horas del mediodía con
woolly bugger oliva y Matona de Navas oliva. Cerca de las 13:30 cuando
realizaba el ultimo tiro antes de ir a almorzar a la cabaña, realice
un largo cast, con viento a favor, claro, y deje hundir la línea
(T130, vara Orvis Clearwater #5 mid flex 6.0) cuando comienzo la
recogida la mosca se detiene bruscamente, lo que me hace pensar en un
enganche ya que podía ver varios troncos sumergidos en el lago. Había
atado la Matona en tonos oliva que ya había hecho lo suyo, atada en
alzuelo salmonero con rebaba aplastada. La tensión de mi línea era
100% compatible con un exitoso enganche así que no me quedaba mas
remedio que resignar la perdida de mi mosca cuando veo a varios metros
un reflejo en el agua que era 100% compatible con una gran arco iris
que pega un acrobático salto y me confirma que la mosca estaba clavada
en su boca, comencé a pelearla y luego de varios minutos dio otro
salto esta vez mucho más violento y logro desprender el señuelo. Para
mi sorpresa cuando observo la mosca, el anzuelo salmonero había sido
abierto y había perdido la mitad de las plumas les mando una foto de
cómo quedó luego de la lidia porque merece la pena verlo.
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Al día siguiente iniciamos flotando el lago en una bahía protegida del
viento pero ni bien iniciamos los primeros casts nos alcanzo el oleaje
que venia desde adentro y se hizo difícil mantenernos en el lugar por
lo que decidimos plegar los botes y dirigirnos nuevamente a la
desembocadura para intentar repetir lo que vivimos la fructífera
jornada anterior.
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Esta vez recorrimos el veril y los juncos con algunos piques
esporádicos hasta horas del mediodía en que arribamos a la
desembocadura de el Quieto comenzaron los piques y las truchas
mostraban muchísima actividad cazando insectos de los juncos
circundantes lo que hizo que mi amigo Carlos afinara de manera
espectacular sus loops para llegar hasta ellas en la orilla contraria
a pesar del fuerte viento que se estaba levantando. Allí otra vez la
Pérez Castaño se lució a pleno tentando y engañando a los grandes
peces localizados en el fondo del pozón previo a la desembocadura.
Continuamos recorriendo el río hasta caída la tarde, pudimos observar
en un pozón una impresionante cantidad de percas haciendo una cama de
desove. Los tres nos pusimos a tirar con todo tipo de moscas, líneas y
líderes, y por supuesto ni se interesaban en las moscas que paseábamos
por sus narices. Decidimos esperar las eclosiones de caddis que la
tarde anterior habían sido impresionantes pero seguramente con tanto
viento no pudimos repetir ese espectáculo de la naturaleza.
Al final de la jornada, cansado y con bastante frío, pudimos
intercambiar opiniones y experiencias con gente de Florencio Varela
(Buenos Aires) y Neuquén que llevan casi 40 años pescando ese sitio
contándonos increíbles historias de truchas y aventuras mosqueras en
este sitio que sin duda es un paraíso que merece ser cuidado, visitado
y conocido ya que siempre nos esperará con alguna sorpresa en sus
cristalinas aguas.
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