Salto Chico y San Carlos
El paraje de Salto
Chico se encuentra dentro del Parque San Carlos, un parque con
setenta hectáreas llenas de lomadas y bosques en galería, que
atesora historias de la que una vez fue una de las mas importes
mansiones de la región, enviada a construir en el año 1888 por el
Conde Eduardo de Machy, un francés que llego acompañado de su mujer
y que, años más tarde, se marcharían misteriosamente. La mansión fue
construida en piedra y poseía un lujo y una suntuosidad que
contrastaban con lo agreste del entorno, entorno que más tarde
serviría de inspiración a un joven aviador que aterrizara
forzosamente allí por un desperfecto de su nave, el francés Antoine
de Saint Exupery , autor de El Principito, quien se alojo en el
castillo en 1930. Años después, en 1938, las voraces llamas de un
incendio arrasaron con el lugar dejándolo desprovisto del lujo y
esplendor con que contaba, convirtiéndolo en ruinas que luego
servirían para tejer todo tipo de historias.
El mirador
Dejamos
atrás el castillo y llegamos al mirador donde nuestra vista queda
abnegadamente extasiada, desde arriba de la barranca podemos ver la
transparencia del agua, delante de nosotros la Isla de Salto Chico y
los saltos, un cordón rocoso, puente natural que no entiende de
fronteras, que nos une con la vecina localidad de Salto, Republica
Oriental del Uruguay.
El equipo
Después de habernos deleitado con
tanto esplendor, nos disponemos a preparar nuestros equipos.
Utilizaremos equipos fuertes, porque con esa altura del río podremos
vadear bien adentro y llagar a los pozos donde están los “grandes”,
entonces armamos las cañas #7-8 con línea de flote y un líder de
entre 2 y 3 metros con el extremo de acero de 20 a 30 libras,
llamado “chicote” sin este la línea sería cortada y la pérdida del
pez inevitable, moscas bien lastradas para que profundicen
rápidamente montadas en anzuelos # 3/0 a 5/0. Ya no podemos esperar
más, necesitamos entrar al agua inmediatamente, hacer nuestros
primeros cast y tratar de seducir al Tigre del Río Uruguay.
El río
La limpidez del agua nos permiten ver el fondo, el escaso caudal
deja al descubierto las enormes piedras basálticas, que forman
saltos y marcadas correderas, también quedan al desnudo pequeños
bancos de arena. Después de habar leído el río nos adentramos en él,
el día esta soleado lo que nos permite una mejor visibilidad del
fondo, tenemos que mirar bien y ser muy cuidadosos a la hora de
vadear, evitar utilizar los bordes de las piedras como plataformas
porque a veces estos se parten y el agua corre con mucha fuerza. Un
mal paso nos podría jugar una mala pasada.
La técnica
Para comenzar
elegimos una mosca blanca con algunos brillos, resultan muy
efectivas en los días soleados, en la tarde o en días nublado
usaremos moscas oscuras tratando de imitar pequeñas morenitas. La
técnica que utilizaremos es similar a que usaríamos en la pesca de
truchas en los ríos patagónicos, lanzando la línea inclinada hacia
la corriente para darle profundidad a nuestra mosca, luego dejaremos
derivar y con la línea siempre en tensión esperaremos ese momento
que paraliza nuestros corazones “el pique” .
La pesca
Comienzan
nuestros primeros cast, probamos una vez, otra vez, el ritmo del
corazón se acelera, sabemos que no falta mucho, que están ahí y de
un momento a otro “zaz” nuestra línea siente la tensión, la sacudida
del pique y la adrenalina comienza a correr por nuestras venas. Un
destello de oro rompiendo la superficie, una y otra vez nos regala
sus hermosas piruetas, mantenemos la caña en alto ya que con esos
saltos nuestro chico tratara de evitar la tensión del anzuelo en su
mandíbulas y así podríamos perderlo, con nuestro freno bien justo
tratamos de sacarlo lo antes posible, no le permitimos que corra
demasiado ya que con la corriente su peso se duplica. Finalmente
llega ese momento tan esperado, ya lo tenemos en nuestras manos, es
un hermoso ejemplar. Lo miramos, lo admiramos, sacamos la mosca y lo
devolvemos a su medio, sin dudas ese es el momento más lindo para
todo pescador.
Ahora probaremos en uno de los pozos, pero ello
usaremos Sink-tip, para ayudar a nuestra mosca a bajar rápidamente y
esperar a que llegue el golpe brutal que transmite la línea a
nuestra mano, y ese momento llega, y es algo grande, siiiiiiii, la
felicidad se hace presente en nuestros rostros con enormes sonrisas,
como no sonreír?, si ese momento es la culminación de todo esfuerzo.
Las situaciones se repiten a lo largo de la jornada que continua
hasta que el sol comienza a ponerse, y ya cuando el sol está yéndose
a dormir decimos la tan repetida frase “un cast mas”… es difícil
salir del agua, siempre queremos uno más…Subimos la barranca
desarmamos los equipos tomando unos matecitos calientes, sin sacar
la mirada del río, unas cuantas piedras ya fueron tapadas otra vez,
es como si el río las hubiese arropado para pasar la noche.
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