A fines del año 2006, recién iniciada la temporada de pesca, unos
amigos de Punta Arenas, me pidieron que los guiara a probar suerte al
fiordo que esta ubicado frente a Puerto Natales, ya que se sabía de
grandes salmones remontaban el río Serrano. Estos Chinook´s
habrían sido liberados varios años atrás por una salmonera que existía
en el lugar, Habían sido liberados en un pequeño río del sector,
por lo que era probable que los encontráramos en el mar a la espera de
su maduración para remontar los cursos de aguas dulces. También sabía,
aunque la información mas bien tenía carácter de mito, que estos
salmones estaban remontando el Serrano, ya que era tanta la abundancia
de estos grandes peces, que el “canal” donde nacieron, estaba
totalmente sobre poblado, y “sabiamente” debían buscaron una
alternativa para desovar, y esa alternativa era sin lugar a dudas el
majestuoso Río Serrano.
Armamos viaje, aperos, zodiac, motor, cañas, comestibles, bebestibles
y todos los etcéteras que se les puedan ocurrir y nos fuimos a Puerto
Natales. Como la salida fue el viernes en la tarde y nos quedaríamos a
alojar en una casa arrendada para esos fines, después de “recargar las
baterías” nos fuimos al Casino de Natales, chiquitito pero acogedor,
algunos atacaron a los “bacardi limón” y otros a los tragamonedas.
Resultado, uno de los “amigos” que nos acompañaba, al que llamaremos
Sr. Cuevas, y cuyo propósito del viaje era solamente jugar en el
casino, reventó una de las máquinas y comenzó la cascada de fichas: US
$ 3.460. No conforme con eso continuó “invirtiendo” en la misma
máquina hasta que volvió a ganar otros US$ 480. Como para no
creerlo, sobre todo que después de esta segunda “ganada” muy
generosamente nos insistió en que jugáramos en esa máquina, pero
nosotros, rechazamos el ofrecimiento ya que estábamos mas concentrados
en hablar de pesca y en tratar de captar algo de su suerte que
requeriríamos para el día de pesca siguiente. Craso error el
nuestro, ya que después la ocupó una señora que venía recién llegando
y la que luego de “depositar” un par de fichas ganó US$ 290. En
resumen: LA SUERTE ES PARA QUIEN ES Y NO PARA EL QUE LA DESEA Y MENOS
ES PARA EL QUE LA RECHAZA, esa fue la "enseñanza para el día
siguiente".
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Llegó el sábado en la mañana y bien temprano comenzamos los
preparativos del grupo, rumbeando para la desembocadura del pequeño
arroyo. Luego de andar perdidos por algún rato, logramos llegar,
pedimos los permisos respectivos y nos enfrentamos a la realidad: la
salmonera aún existe pero dado a que la “teoría del retorno” no les
sirvió a esta empresa como se pretendía, eso debido (al parecer) que
la poca salinidad del agua afectó a los salmones, comenzado el retorno
antes de lo esperado. Como suele ocurrir, el “homus chilensis
localis” supo de este remonte de chinook´s y se preparó para tan magno
evento armado de redes, espineles, dinamita, arpones envenenados entre
otro montón de "herramientas sólo capaz de concebir el ingenio
destructor del homus localis", los que fueron al ataque de los
salmones que estaban sueltos en el fiordo esperando remontar. En
resumen: no resultó el sistema por lo cual optaron por tener sólo
reproductores en balsas jaulas en el fiordo.
Obviamente la información acerca de la presencia de salmones sueltos
en el mar se difundió rápidamente, ya que los cuidadores dijeron que
estaba “LLENO” y que todos los días sacaban unos dos o tres desde la
orilla, principalmente desde un pequeño muelle que estaba justo donde
daba de lleno al canalón que daba hacía la desembocadura del “río”.
Un poco incrédulos ante tanta maravilla echamos el bote al agua y
junto a un par de amigos nos preparamos para hacer la incursión de trolling por el sector, con mosca, cucharas y rapalas, ya que no
sabíamos bien que nos iba a servir. Antes de partir una de las
damas que integraban el grupo, muy entusiasta con la pesca, aunque su
experiencia en estas “artes” era poca o nula, insistió en que “ya que
iban a quedar abandonadas en la orilla por lo menos les dejáramos una
caña para que se entretuvieran”. Así que a regañadientes y
reconociendo que los clientes tienen la razón, armé la caña con menos
aspiraciones que había, le acoplé un carrete en muy pero muuyy mal
estado, sin freno y con no más de 50 mts. de nylon 0,40, con una
antigüedad promedio a los 10 años, muy quemado y a mal traer y, como
corolario, de mi caja saqué el mas impensado artilugio para esa zona:
una pequeña cuchara española de 5 gramos con un sólo anzuelo en la
araña, que alguna vez fue “top 1” en el Río San Pedro en Valdivia,
pero que allá no tenía ninguna esperanza comparada con las monstruosas
“Toby” y “Koster” de 30, y más gramos que se usaban para los salmones
del lugar. En el fondo era solamente para dejarla conforme con
algo de peso del nylon para que pudiese tratar de lanzar algunos
metros. Luego de unos minutos de intensiva, apresurada y
desganada enseñanza del “arte del casting” por parte de este
“psuedo-guía” (¿profesional?), que indudablemente no dio mayores
resultados, dejamos a los que se quedarían en la orilla para que se
las arreglaran como pudieran, y presa de la ansiedad por salir a
buscar científicamente los monstruos de aquel lugar, nos embarcamos
cuanto antes.
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Mientras recorríamos el fiordo y en una de las pasadas que hicimos
frente a la muelle, vimos que “Leute” Ramírez, luchaba con algo que
tenía en la caña corriendo por la orilla hacia unos roqueríos de la
puntilla y el resto nos hacían señas desesperadas para que fuéramos a
ayudar, así que nos acercamos raudamente y a la carrera llegamos donde
“Leute”, que trataba de contener los arranques de algo grande que
había enganchado en la “española”, explicándome que la “Señora
Cuevas”, la había quedado aperada con ese “excelente equipo armado de
emergencia”, después de sentarse cómodamente en el borde del muelle, y
“tratar” de lanzar en tres oportunidades, en cada una de los cuales no
alcanzó a llegar a mas de un par de metros, cayendo la cuchara casi a
su pies, y donde las dos veces anteriores sacó solo algunas algas del
fondo, en su tercer “lance” (por ponerle ese nombre y lo que es mucho
decir), enganchó un hermoso salmón chinook, que al sentirse clavado
comenzó a sacar nylon como loco ya que el carrete no tenía ningún
freno y al primer intento de sujetar la manilla, que giraba hacia
atrás, un golpe en los dedos bastó para hacerla desistir y fue el
detonante para pedir ayuda, acudiendo don “Leute” que se hizo cargo
por largos minutos de desarmar el “moño de vieja” que se había armado
con los arranques del espectacular pez. Pasado un largo rapo el
salmón se calmó y comenzó a pasease de lado a lado, sin tirar mucho,
al parecer porque como no le hacían presión optó por considerarse por
liberado y siguió nadando lentamente sin sacar más nylon ni tratar de
escapar.
En esas circunstancias me hice cargo de la caña para finiquitar el
trámite con este salmón “suicida”, puesto que después de analizar con
calma todo lo que pasó no nos quedó otra conclusión que
definitivamente se quería suicidar, considerando todos los enredos que
se armaron, el carrete sin nada de freno, la cuchara más humilde que
una sopa de pan, el nylon más viejo y picado del mercado, un sólo
anzuelo en la araña, lanzamiento a la impresionante distancia de “dos”
metros, es decir ese salmón definitivamente quería abandonar este
mundo y aquí tenía plena cabida el refrán de la noche anterior “la
suerte es para quien es y no para el que la desea y menos para el que
la rechaza” . Si me hubiese quedado yo con la “española”, o nos
hubiésemos quedado en el muelle, ustedes ya saben..!
Después de unos 15 minutos mas de carreras para todos lados, logré
acercarlo a la orilla y sacarlo del agua, resultado: un chinook de 15
kilos, que fue una fiesta para todos, el “festival” de las fotos y
principalmente de congratulaciones para la autora de la captura.
Felicitaciones una vez mas señora “Mamelíta Cuevas Barrientos”, ojalá
experiencias similares te sigan ocurriendo, aunque creo que como
ésta...."nunca mas en la vida".
Otras imágenes de esta historia:
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